viernes, junio 09, 2006

Por Ahí

La señora lo miraba con suma atención. Los ojos claramente excitados de júbilo por la buena jugada de esta tarde, pero ¡qué carrera se pegó ese pingo! Los dejó atrás por un par de cuerpos. Buena arrancada; justo cuando ya estaba dispuesto a romper las boletas de apuestas, la Providencia acudió en su auxilio poniendo alas a las patas, no, qué digo: en Pegaso transformó al noble animal, voló, sí, voló. Llegó a tiempo. 20 a 1. Justo a tiempo. Ni el polvo se le vio, chac-chac de cascos veloces; dale, dale, grité. Faltó poco para que le hicieran la ola en el hipódromo, sorpresivo. Nadie lo esperaba; bueno: 20 a 1.
Apresuró su paso bajo ligera fusta de mirada femenina penetrante en análisis taxonómico de anthropos fácilmente confundible con pithecos, configurando frenológica y fenomenológicamente una especie ya descrita en estudios científicos anteriores sobre el caso, cosa que, en cuestión, no viene al caso, si éste fuera el caso. En cualquier caso, era una incomodidad que ésa vieja loca lo estuviera observando de ese modo mientras él era feliz, sumamente feliz porque, claro, dan ganas de detenerse y decir qué mirái vieja sapa, pero no. Un nuevo triunfo de la educación y la urbanidad. Entonces, a darle a las patitas para llegar y contar y provocar envidia. Y contarlo y una y otra vez. Ya, apúrate. Sin mirar atrás, no sea cosa que te pase lo mismo que a. ¿Y mirar de reojo…? ¡Ni lo intentes!
Introibo ab altare Dei. Sursum corda, oremus. Agnus Dei, ora pro nobis. Miserere nobis. Amen. Deo gratias. Esa vieja pasa todo el día rezando el rosario, debe tener un montón de pecados pesándole en la mollera. Telarañas. En realidad, le hace falta un pico amigo. Sí. U-r-g-e-n-t-e. Ni se lava el pelo, legañoso, rascabolas consuetudinario. Olor a sobaco en nariz de mujer, repugnante. Buena cara la que pone usted, ariscándose toda, el ceño fruncido, no se arrugue tanto. Gracioso, mucho.
En trayecto, el ejército de viejas locas ejecuta acto, de verlo, qué jocoso, jo, jo, hábito de media tarde, jarana de jardines, regar es la consigna, pero evita los chorros, salta los charcos como chúcaro jumento ¿lo mojé...? Lo lamento. Pero igual lero, lero, candelero, soy hidrófilo. Trayecto de paso abyecto, tipitap, tipitap en pavimento de angostas veredas de población dominada por la cofradía de crazy-mades ou vieilles fôles ogresses. Ellas siguen regando, mirando, regardeando. Falta poco. Ya llego. Espérenme, ya llego. Es tan sólo concentración, mirar donde uno pone las patas y no pavear más de la cuenta, mejor ir pasito a pasito sin pisar las líneas del pavimento. Duele un poco el pie izquierdo, torcido en un momento de sincera ebriedad (¡puta que quedé curao anoche!) ¡vaya! metí la pata en un jarrón. Ahueonao. Rengueando se llega a cualquier parte; no llegas primero, pero sí que sabes llegar: lo haces todos los días.

Es una veredita alegre
Con luz de luna o de sol
Tendida como una cinta
Con sus lados de arrebol…

Sí, las señoras aquellas. Nunca se sabe con que cresta van a salir. Sorpresivas. En su afán de saberlo todo y contarlo después (he ahí la gracia de estar enterado/a de lo que sucede) no tienen impedimento material ni espiritual; la dura, uno tiembla cuando abren esa boca de Pandora de ráfaga verborrágica en un ratatatatatadirectoycertero. La vida es aburrida de vivir en esta cuadra. La propia, claro; la de los demás es divertidísima, como la de la vecina Mónica; si uy, esa mujer es una perra. Mira que si caga al marido hace como unos dos años oye; sí, niña, si le pone los cuernos la descarada y nada menos que con el esposo de la cuñada. Yo la he visto paseando muerta de la risa con él y con otros dos hombres más al menos, oye... si es muy sinvergüenza. Si, claro; lo sabía. - ¿Y por qué no le dice nada al marido de ella, que además es su amigo? Ojillos porcunos brillantes empequeñecen ante pregunta. ¿Acaso quiere que yo me meta en hueás y dejar la cagá y quedar de cahuinera? No, no, no. La negación de Pedro, iniciadora de tradición. Traición, ya no se puede confiar en nadie, ni en los amigos más cercanos, por algo dicen que sólo un amigo te puede traicionar ¿o no? Sí. Me ha pasado. ¿Y a Ud.? Sonrióbostezóasintió, se rascó disimuladamente el trasero y después agarró la escoba para reanudar tarea abortada.
Casi de refilón, casi pasando a refollón, casi resbala casi llegando a la esquina. Casi no lo cuenta dos veces, piensa palpando el bolsillo derecho, glorioso, de gozo intrínseco/extrañamente extrínseco, no, no estaba seco, bueno, sí, un poco seco, una cervecita bien heladita en la casita, con platita en el bolsillo, derechito para la botillería a ejercer camaradería en la camarilla de apostadores patéticos que pululaban por el local todo el día, si señor, todo el santo día están ahí estos vagos sanguijuela que dejan la plata en las patas de los caballos, si usted viera; no, pero fíjese en ése de barba, la cara que trae, pero qué cara de mongólico, hasta la baba se le cae… Y todo por andar por ahí, de seguro, como siempre se excusa, por ahí era la clave, el dato que le habían dado, lo leyó en los ojos de B. L. cuando, en vez de decirle que se fuera a la mierda, le dijo, de modo diplomático, que se fuera por ahí mismo. Era una revelación dada de modo críptico, muy a su estilo. Nunca soltaba los datos de buenas a primeras, como esa vez… como la última vez, como tantas otras veces, el muy cagón-cabrón, que se pudra con su fucking suerte, pero verle la cara ahora, qué recompensa; 20 a 1 iban las apuestas, nadie en su sano juicio hubiera puesto un peso por el caballo, pero, fíjate, si iba 20 a 1…Pero su buen billete… Y gané poh, hueón, gané, gané, gané. Por cierto, ganas eran las que sobraban en el empeño de llegar a la cantina, cosa que prácticamente ya era un logro concluido, cosa de ver la distancia (unos 10 metros, si no me falla el cálculo) dada entre la puerta de entrada del boliche y la marca que arrastraban un par de botines de marca indescriptible y que, de seguro, nadie que se creyera con algo de dignidad respecto a la importancia de la imagen personal lo revelaría, porque tan vulgar no se puede ser, no señor, si ese tipejo de barba pasa escupiendo en el suelo como un tísico y se sorbetea los mocos haciendo ruido; ah, que asco.
Hay matas de cardenales casa por medio. Nunca me gustaron esas plantas tan hediondas y las flores no son ni tan bonitas, no sé por que las plantan y cuidan, si total esas matas son carne’e perro y no les pasa nada con nada. Decreto Municipal nº 3.280: “Prohíbese el porte, consumo y tráfico de cardenales (¿qué nombre científico tiene esa planta?) en cualquier inmueble de la comuna, sea este de uso residencial o comercial. A quien se sorprenda en posesión de la citada especie, se le afectará con una multa de 20 sueldos vitales”. Eso haría si fuese alcalde, aunque no creo que me pesquen ni en bajada si se me ocurriera tal cosa; pero, si lo pienso mejor, con unos 5 ó 6 premios más como éste que gane, de seguro, bueno, o sea puede que me elijan porque la suerte es contagiosa y así todos van a querer estar conmigo. La suerte es pegasosa, decía Don Tito, eso es lo que dicen y así se lo escuché a Don Tito, ése viejo culiao que aguanta a los desgraciados esos que venden cochinás de esas que les envenenan la mente a los cabritos chicos y a los otros pailones vagos. No tienen perdón de Dios esos desgraciados que se instalan ahí mismo, en la esquina de su local a ofrecerle droga a los que pasen por ahí, y él, hace la vista gorda; aunque, p’a callao, vecina, a mí me tinca que este viejujo se va a medias con estos tipos... si no se puede confiar en nadie, como ve usted, la gente que parece honrada anda metida en quien-sabe-uno-qué-cosa. Caras vemos.
Necesito un redoble de tambores. Fanfarria. Que venga la modelo. Partida de caballo inglés.
La entrada fue demasiado discreta para lo que se esperaba; pero cómo no ven estos giles el rostro de la victoria, son ciegos, y tontos, aunque yo creo que es pura envidia, si no son capaces mas que de jugar una quiniela toda cagona y con eso se apasionan y tienen tema para el día; mírenme… aquí voy y aquí vengo, aquí llego, ya llegué, espero la recepción que merezco, llénenme de preguntas, todas serán contestadas.
Entre un maremágnum de holas se desliza nuestro hombre en cuestión. Palmoteos escapulares espectaculares para hombres testosterónicos pelo-en-pecho-y-olor-a-trago-barato-entre-otros-olores-poco-agradables-ventilen-este-lugar-por-favor. Televisor encendido. Televisor capta atención de eritrojos. Carrera número siete, me da un vinito? De ése en caja, el de luca quinientos, no, sin bolsa, lo llevo en el bolso, p’a qué me da boleta, no me sirve p’a ná a mí ese papel, vecino, pero me lo exigen, exigen los de Impuestos que se lo entregue, si no, me multan… ¿y no quiere el vuelto, vecino? Mírenlo, se va sin el vuelto. Aquí tiene. El ritual de los holas se sucede con parsimonia, circulando los saludos recíprocos, qué cordial cortesía, señores, qué emocionante carrera presenciamos en esta tarde, los ojos fijos en la pantalla, nudos en la garganta, puño apretado, empuñando boleta de apuesta, pithecanthropos ludopathensis en concilio y rito acostumbrado, es cosa de todas las tardes, es cosa de ver nomás, si lo veo todos los días, estoy acostumbrado a pasar los días junto a ellos, los mismos que no me pescan para nada ahora, si supieran lo que tengo que contarles, ah, que emoción, cuando les cuente lo de la carrera quinta y lo de Por Ahí, les dará ganas de juntarse a tomar algo conmigo, vamos a tomar por ahí, mes amis, bebamos por la ventura y la grata fortuna que hoy me ha tocado. Vamos, saca la voz. Ya, poh.

¡¡¡ Impactantes declaraciones en un cartel !!! :
“Hoy no se fía; mañana, sí

Pese a encontrarse ahí una gran cantidad de fumadores (todos eran fumadores, en realidad) no había humo. Se discute afanosamente de política proselitista, del modo en que deben ser tratadas las mujeres, de puericultura y efeboiatría penal, de derecho canónico y el efecto de la luz artificial en vegetales paraheliotrópicos, algunos apuntes de enología para principiantes, sobre pulsiones eróticas que producen a los hombres la vista de opulencias palpitantes gracias al desarrollo de la publicidad y el diseño gráfico, entre otros temas discutidos en dinámicos circunloquios en lenguaje coloquial mediante el amplio conocimiento que poseían de un metalenguaje cuyo manejo era cosa de avezados maestros entrenados en el difícil arte de decir pero que absolutamente nada en un lapso de tiempo prudente para no aburrir al interlocutor circunstancial.
El hombre del macintosh alza la mano guardando bajo el pulgar el meñique y el anular manteniendo en alto el índice y el cordial. Entendió. Aire frío del refrigerador: 2 cervezas más. Susurro, otro combinaíto con blanca. No hay patente para. El hombre del macintosh otea con desgano las posaderas rancias, bamboleancias adiposas pa-tí-pa-mí de la sirvienta de amplias caderas. Mujer fértil que se desplaza y trae lo encomendado. Es evidente el cenicero lleno, hora de vaciarlo. Paño zip-zap sobre la cubierta de la mesa. Melamina roja reluce bajo capa húmeda, es menester el uso de toallita de papel para absorber exceso de. Vasos nuevamente llenos y tres voces al unísono: ¡Salud! (¿Por qué? ¿Por quién? Ni idea) Ahhhhhhh... arréglate bien esa corbata cunetera, cuando chucha vai a aprender a vestirte, hueón. El nudo lo es todo, tiene que tener esa arruguita elegante... miren al dandy, ándate a la chucha hueón, oh. Fin de la discusión. Beben. Un cigarro prendido se multiplica por tres. El lunes me compro un terno nuevo, pero a crédito. Llegarán cartas que nunca desearé abrir.

Fina estampa
Caballero
Caballero de fina estampa
Un lucero
Que sonriera bajo un sombrero
No sonriera…

Pero… ¿sabes? No es conveniente que un hombre deje que insulten su ropa. Porque si la verdadera injusticia de este mundo es el azar del nacimiento de un hombre, el azar del lugar y de la hora, la única justicia es la de su indumentaria. La ropa que un hombre lleva puesta es, más aún que él mismo, lo más sagrado que tiene: es él mismo, pero sin el sufrimiento; el punto de equilibrio donde la justicia compensa a la injusticia, y no hay que maltratar ese punto. Por eso hay que juzgar a un hombre por su ropa y no por su rostro, ni por sus brazos, ni por su piel. Si es normal escupir sobre el origen de un hombre, es peligroso escupir sobre su rebelión.
Mirada teledirigida hacia quien quiera ser. Vocecilla molesta: “Hey, huevos de buey”. Darse vuelta. Nadie. Tomar asiento y explicar, contar, compartir, presumir. Toma aire de patricio ante un plebeyo. Toma una botella y toma un vaso. Conversemos.
¿Y cómo fue que se te pasó por la cabeza apostarle a Por Ahí? Yo no le hubiera jugado una ganador a ese caballo, nunca había ganado una carrera, a lo más llegó una vez tercero…
El dato me lo dieron casi a la pasada, como sin querer, y, bueno, resultó bien, gracias a Dios.
Fue un cuevazo.
Sí, un cuevazo, pero también fue intuición, olfato para saber que esta sí era una apuesta buena, y más encima en la Copa de Oro…!
Chaaaa…
Si igual no le importaba, no sé para qué cresta le hablé, el loco nunca había pescado antes ninguna huevada que yo le hubiese dicho. Lo que pasa es que erís un hueón ansioso, y te morís de ganas de contarle a alguien algo que te pasó, pero que poca autoestima tenís hueón, necesitái que te reafirmen que valís algo, aunque sea por cuevúo porque, sí, igual la raja que me haya ganado esa cantidad de plata casi sin ningún esfuerzo, pero igual es cueva y no un mérito. Si no hay caso; la mediocridad no destaca ni causa simpatías naturales, pero se sobrevive muy bien. El saber que has sido contratado como extra en la adaptación cinematográfica de tu vida. Si igual soy algo simpático, cuento buenos chistes y sé tocar en guitarra algunos temas, los mismos trillados de siempre, no me he molestado en aprender otros, quizás ya no cacho como aprender algún otro tema para cantarlo cuando todos estén aburridos o no hallen de qué cresta conversar, no, si igual la gente encuentra algo interesante en mí, porque de otro modo no me pescaría nadie e igual este loco me escuchó y, no sé, algo le debo importar o algo me cacha, como que se crean afectos asépticos tan sólo por causa de mera cortesía de la cotidianeidad, te veo y creo que te respeto porque no te conozco, no tengo nada malo (en lo personal) que opinar de ti y, francamente, me importa un bledo lo que me estés diciendo o lo que te pase pero, no importa, sonriamos. Aunque desconfío de la cordialidad, y no tengo vocación de compadrazgo. Más que a los golpes, temo a la violencia de la camaradería.
Espérate un poco, que voy a saludar al Negro y vuelvo altiro… ¡Hola poh, macabeo!... (plaf, plaf, palmaditas isócronas recíprocas)…
Solo. De nuevo. En fin, en cualquier caso, sea cual sea y como sea, con plata se compran huevos, diversión, amistad, todos los antídotos del mundo contra el mal que tengas, claro; y piensa en un copete que te guste, que te gustaría tomar ahora que podís pagar; fin, por fin, a la pellejería del mes pasado, por eso ahora tómate algo bueno, si, me tinca un vodka tónica, se puede pasar por sofisticado si pides un vodka tónica en un bar o lo nombras como tu trago favorito. Paga algo y llévatelo a tu casa, tómate un sorbo sentado en el sillón del living, que te vea la vieja y te pregunte de dónde sacaste la plata para enviciarte, sinvergüenza, ni a tu papá dejaba que tomara vino en la casa, tenía que partir cascando a tomar a otro lado con sus amigos nariz-de-tomate. El viejo se echa de menos, los dos lo echamos de menos, pero ya hace tantos años que… La botella en posición sobacal y mano derecha en bolsillo correspondiente; hora de marchar. Nostos, el retorno a Ítaca, ya ardió Troya, nuestro héroe debe regresar a inventarse una Penélope para después tener un Telemaquito. Canto de sirenas. ¿Será mejor llevar dos botellas?
A paso lento, a paso semi-lento y ándale que agarras un poco de velocidad. A ritmo de Cabalgata Deportiva Gillette. Para qué. Esta vez no hay prisa. Los días no siempre son iguales, uno no se puede bañar dos veces en el mismo río ni tampoco contentar a todos. La gente va y viene, entonces ¿qué es lo que queda? ¿Qué queda de un día de Febrero en un recuerdo evocado en Septiembre? Una animita para marcar las señales de ruta perdidas en un día cualquiera; de hecho, prenderé una vela a los que han muerto en la calle. Señales de partidas violentas. Signos rojo-Congo que existieron en el pavimento. Un Padrenuestro por el descanso y un Avemaría para la protección. Mejor sólo los rezos, hay muchas animitas por esta calle, saldría un poco caro poner en práctica tal idea. Creo que debió haber sido peludo caminar por aquí. Caminata de paso cansino. No hay prisa por llegar. Leve brisa, refrescante.
En un bar de mala muerte sucede la violencia de modo cotidiano, mientras uno pestañea ya tiene enfrente una riña armada sin decir agua va ni abracadabra, así que se me van los hueoncitos a pelear a otro lado, buen- Taurus-45-en-mano-disuasivo-dueño, patada en el culo y no vuelvan más por aquí, hasta que les pase lo odiosos. No fue así. Ojo rojo iracundo busca sangre ajena en resolución de rencilla. En duelo se encuentra solución. Cuando odio carga armas llanto inevitable llega. Mano, navaja, corte, te rajo el paño, te tiro p’a arriba, te paro de pecho y me hago un par de chalas contigo. ¡BAM! La mano siniestra armada, de mayor rapidez ejecutora, lanzó su carga hacia el cuerpo despavorido de su contrincante, cuya camisa comenzó a irrigarse, alimentada por la arteria aorta de su propietario. La vida es. Era. Fue. Un finado en la calle, una animita marcará el sitio de su último tumbo. Los vecinos, curiosos, aparecen. Se ve llegar al sitio del suceso a la Señora Gloria De Los Ángeles, seguida de cerca por la Yamilet, la Chumilou, la Suzuki, la Geisha, la Pecho De Palo, la Japonesa, la Fiorella, la Mujer Que Dijo No, la Manos De Humo, el Abuelo Vitamina, el Profeta de Peñalolén acompañado por sus esposas: la Alfa Uno, la Alfa Dos, la Alfa Tres, la Alfa Cuatro y la Alfa Cinco; la Tía Carlina y el Blue Ballet; la Chinoska, la Yuyito, el Cabro Carrera, el Ñato Eloy, el Bandido Neira; Juan Soldado, Pedro Urdemales, Doña Tato, la Bruja Del 71 y el Espíritu Dieciochero; Pimpinito y su Mujer (que se sentaron a comer), los Tres Alpinos Que Venían de la Guerra día-y-dá-rataplán; por tierra derecha: la Tercera Oreja, el Doctor Mortis, el Manque, el Roto Chileno, el Enano Maldito, el Hombre Elefante, el Fantasma Que Recorre Europa, el Holandés Volante, La Que Frecuentaba la Rue Pigalle, el Viudo de la Esquina, la Vieja De Mierda y su cónyuge; el SuperCifuentes, el Alaraco, Mampato y Ogú (para variar, juntos); el Loco Aníbal, la Yuly Yum Yum, la Juanito Juega Con Caca, la Ruly Bráncoli, la Marjorie La Rouge, la Doris Day, la Tía Roberta, el Flaco Iván (voladísimo), el Chico Joe (potoco), el Guatón Alfredo (rehabilitado), las Temucanas (la Tita y la Tía Georgette), la Tía Pucherito, Misiá Petita, la Yegua Loca, la Guagua Apocalíptica, el Chupacabras, la Rubia de Kennedy, la Llorona, el Trauco, la Pincoya y el Pincoy; el León de Tarapacá Ex-Zabala, la Juani En Sociedad, la Pity y la Poty, la Marta A Las Ocho, el Diez p’a las Dos; la Tacones Lejanos junto con la Pata al Hombro; por los palos: las Hermanitas de los Pobres, las Amiguitas de los Ricos, los Hermanos Caradura (borrachísimos), la Familia Miranda; los Santos De Los Últimos Días, Mártires E Inocentes A.G.; la Pocosapa, la Cachamelojo, los Piérdete Una, la Potoloco, el Medio Culo, la Chúpalo Rico, La Que Aguantó Más Sin Decir Ay; la Pata de la Guagua, la Carabina de Ambrosio y la Trompa de Eustaquio; el Tendón de Aquiles y el Asa de Henle departían amistosamente con los Corpúsculos de Pacinni a la hora del incidente. La Chica Alternativa y el Maricón de la Cuadra optaron por hacerse los ná-que-ver cuando lo habían visto todo, preferían no meterse con Nadie y tampoco con Todos. El Cura Sin Remedio llegó placé, se puso de hinojos, le entregó el sacramento de la Extremaunción y se comprometió solemnemente a oficiarle al fiambre el Responso de Difuntos.

¿Supo nuestro hombre lo que acaecía pocas cuadras atrás?

No, puesto que tenía por filosofía de vida el nunca volver la vista atrás, ya que en su infancia quedó muy impresionado por la lectura del capítulo 19 de Génesis y tomó nota de lo sucedido a la mujer de Lot.

¿Sabía él que sus coordenadas eran S 33°35’2’’ y W 70°47’8’’?

Probablemente, él desconocía todo aquello por considerarlo trivial en un barrio que conocía de memoria, ya que había vivido toda su vida en la misma casa y apenas conoce a otros seres de su especie que no habiten en un radio aproximado de 3 kilómetros a la redonda, teniendo como centro de la circunferencia al inmueble donde suele pernoctar y cumplir con el resto de sus necesidades básicas. Ha pisado millones de veces estas mismas piedras y ha visto otras tantas el mismo paisaje que ha ido mutando con el pasar de los años, como todo en el devenir constante de las circunstancias que causaron que la fábrica que albergaba antes el edificio amarillo de la esquina quebrara hace un buen tiempo, da pena verlo, si ahí trabajó mi viejo más de veinte años. Recuerdo el olor a ropa nueva de algodón cuando iba a visitarlo a la pega, corriendo a abrazarlo a la salida. Recuerdo el olor del algodón de mis calzoncillos blancos y las toallas que traía. Todo de buena calidad; decía: si es chileno, es bueno. Mis calzoncillos blancos. Cuando las chicas gritaban por Luis Miguel o por cualquier otro en el aeropuerto, La Cuarta decía que a las susodichas se les caían los chiteco por el tío en cuestión. Si mi papá viera esto, seguro que. Mira hacia el cielo buscando la perdida imagen paterna, sí, ahí está, arrugado, canoso, mi viejo. Es él. Triste, una lágrima se asoma lívida, brillante, rodante por su ojo derecho. Cae. Estira la mano para cogerla. Gorrión conchetumadre.

Everyone is here
But you’re nowhere near
.

Las veredas ya casi están secas. La noche está fresca. Hay estrellas, cielo despejado. Agrada el caminar en estas condiciones, se siente uno tibio, intrauterino; yo y mi pequeña esquina del mundo. Que es lo que es posible. Posibilidades. Veinte a uno. Y resulta, lo he visto, sucede. Me pasó. El valiente se atreve, causa y razón; o mejor, causa y consecuencia. 2° Ley de Newton: acción y reacción. Lo pasan en física, primero de enseñanza media. Canción de grupo resentido… los doce juegos. Mi viejo llegó a octavo. Con cuarto medio no vales nada. Ahora. Antes… Hoy no es. Hoy. Sábado. Música en las casas, cumbia, rumba, cha-cha-chá. Qué joda, ahora. Techno, axé, y otras hueás más que. Le doy a lo que venga, con copete bailo cualquier hueá. Patitas que se mueven. Patacojatorpe. No pises ahí, medio charco, te salpicaste. Arruinado, lo importante es no perder el glamour. Nariz mojada, salida de efluvio verdemoco de cornete, expulsa por fosa. Pavimento receptor. Valía cien pesos el paquete de pañuelos desechables, haber tenido cien en la mañana: las vergüenzas evitadas. Con el puño, disimuladamente, que nadie te vea. Planchazo, te vieron. Mejor hacerse el hueón y aquí no ha pasado nada, santo remedio.
Las damas de las casas nuevas se sonríen y se visitan, van juntitas comentando la actualidad doméstica y las imágenes que la calle les puede proveer, como aquel tipo de barba que pasa todos los días con cara de asopado sin saber nunca de qué vive, si su mamá es pensionada, pero a mí una vez me hizo un arreglo en la ampliación que hice para los dormitorios de los cabros, pero tiene algo distinto, no sé que es, como que hoy se ve mejor que de costumbre… Las voces se acallan en la tranquilidad. ¿Las llaves? En el bolsillo derecho. Sacarlas con cuidado, no vaya a ser cosa que se caiga la plata. Tirarle unas monedas a la vieja para que vaya a la feria; mañana (domingo) hay feria. Dos vueltas hacia la izquierda, clang. Una nota pegada en la puerta del refrigerador: “Tienes que disculparme el no haber ido anoche. Soy tan distraído que iba para allá y en el camino me acuerdo que me había quedado en casa. Estas distracciones frecuentes son una vergüenza y hasta me olvido de avergonzarme.” Marcelo. (Fragmento rescatado de un recado dado por teléfono a la rápida). Botella, vaso, verter, beber, dejar pasar, olvidar, pensar. La tele repite lo mismo a esta hora, llame ya. No hay un teléfono que permita tener una comunicación directa con quien quiero. Mira esas tetas, shhhh...mijiiiiiita. Desde el fondo del inmueble se apela a la economía de la electricidad; diatriba ditirámbica a la inactividad. No importa.
¿Qué cresta pasó? La luz, un corte repentino…mi vieja, puta que es mala onda. Busca a tientas en el aparador de la cocina una vela, tropezando con una silla interpuesta, quedolorquedolor, ay. Rodilla derecha ahora: las dos patas lesionadas. Mejor no ser caballo, si no. Luz mortecina que delata su miseria confortable, algún día tendrá que cambiar todo esto, si tan sólo se pudiera hacer. En los ojos hay cansancio (puta, me dio sueño), otro trago más y me acuesto. Se desplomó con suavidad en su cama, sin impedir que el sueño se lo llevara dulcemente, decorando su viaje con imágenes de caballitos de colores trotando a su alrededor emitiendo relinchos de loas al triunfador, dándole suaves toquecitos con las ancas invitándolo a cabalgar por el camino de arco iris que conducía a las puertas del amanecer.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

si si si el clasico, si me gusta musho sisi

5:18 p. m.

 
Blogger Munita said...

Es un clásico,si, pero este cuento mereció haber ganado algo más que una mención horrorosa en ese concurso de la muni de stgo ¿o no?

8:49 p. m.

 

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